La primera, «Joan Fuster en su tiempo», propone un recorrido por su trayectoria vital y profesional, mientras que la segunda, «Joan Fuster - Josep Pla: una conversación infinita», ilustra la intensa relación que el autor de Nosaltres, els valencians mantuvo con el escritor ampurdanés Josep Pla.
Joan Fuster en su tiempo
La exposición «Joan Fuster en su tiempo» es una producción del Palau Robert con la colaboración de la Institución de las Letras Catalanas, el Centro del Carmen de Cultura Contemporánea de València, el Espai Joan Fuster y el Ayuntamiento de Sueca. Son comisarios Francesc Pérez Moragón y Edelmir Galdón Casanoves.
La de Joan Fuster fue una trayectoria vital relativamente breve, pero llena de una actividad intelectual incansable, que pervive a través de decenas de libros, miles de artículos de prensa en numerosos periódicos y una notable influencia en nuestra sociedad, que se ha proyectado hasta ahora.
Él se esforzó por modernizar el País Valenciano en todos los aspectos, por unificarlo frente a intentos disgregadores, como las supuestas regiones Levante o Sureste, pero también por vertebrarlo internamente a través de una articulación comarcal, por encima de la división en tres provincias implantada en el siglo xix para trocear el antiguo Reino de Valencia creado por Jaime I en el siglo xiii.
Asimismo, buscó formas de identificar el país con la historia propia, de reivindicar y conseguir un uso social plenamente normal de la lengua del territorio, excluida de todo tipo de ámbitos, e, igualmente, de difundir entre la ciudadanía la necesidad de un sistema de autogobierno por medio de la autonomía.
La exposición «Joan Fuster en su tiempo» presenta la trayectoria vital del autor, desde los primeros años en Sueca, su conciencia valenciana, sus obras, sus relaciones con buen número de personalidades de su época y sus compromisos con el país, la libertad, la lengua y la cultura.
Nacido en Sueca (Ribera Baixa) en el seno de una familia tradicional y católica, carlista, Fuster siempre vivió allí. Desde los siete años, en la casa de la calle de Sant Josep, 10, abierta después a políticos, escritores, artistas o personas interesadas en hablar con él de lo divino y de lo humano.
El pensamiento y muchas actuaciones de Fuster están recorridos por una conciencia valenciana, y después catalana, más amplia, siempre despierta y activa, que se desplegó en medio de una sociedad demasiado cargada con residuos provincianos. En el País Valenciano, entonces, la identidad colectiva se representaba solo a través de tópicos folclóricos.
Dos libros de gran impacto ejemplifican esta visión: El País Valenciano y Nosaltres, els valencians, publicados en 1962. El primero es un viaje por el territorio, con opiniones voluntariamente provocativas. El segundo constituye un itinerario por la historia valenciana, desde la conquista de Jaime I hasta la Segunda República (1936-1939).
Durante más de treinta años, diarios o revistas —primero de València, después de Barcelona y Madrid— publicaron artículos suyos. Miles. El periodismo, ejercido como crítica social y cultural, fue uno de los instrumentos con los que cuestionó aspectos de la realidad, a partir de lecturas, reflexiones y curiosidades. Los artículos de Fuster constituyen una imagen del mundo, establecida como una relación entre el autor y los miles de lectores que le seguían en grandes periódicos de su tiempo. Él, además, articuló en volúmenes muchos de aquellos textos para darles otra dimensión.
Por sus opiniones y altura intelectual, por su posición civil, fue enseguida una autoridad respetada y seguida por quienes estaban en contra del franquismo. Premios y homenajes recibidos por él mientras vivió son un testimonio inolvidable de esa admiración popular.
Su relación con Barcelona y Cataluña, la vida en la universidad y la «literatura de ideas», expresión propia para definir los textos de ensayo, completan la exposición «Joan Fuster en su tiempo».
Joan Fuster - Josep Pla: una conversación infinita
«Joan Fuster - Josep Pla: una conversación infinita» es una producción de la Fundación Josep Pla, comisariada por Antonio Martí Monterde y diseñada por Carles Fargas.
Josep Pla (Palafrugell, 1897-1981) y Joan Fuster son los dos prosistas más decisivos de la literatura catalana del siglo xx. Al margen de las diferencias generacionales o ideológicas, su forma de entender la literatura y el país no solo son complementarias, sino que muestran unas grandes afinidades: referentes literarios compartidos, preocupaciones similares, dedicación paralela al periodismo, editores en común.
Memorialistas, dietaristas, ensayistas, son autores de una obra excepcional, auténticos monumentos literarios. A partir de un primer encuentro en 1959, una tarde lluviosa en Sueca, y habiéndose leído previamente, ambos autores mantuvieron una relación de amistad que se concretó en numerosos encuentros posteriores —alrededor de la Albufera valenciana, en Barcelona y en el Ampurdán—, correspondencia cruzada y una confluencia de intereses que permitió estrechar los lazos entre el Principado y el País Valenciano.
Escribir a mano, escribir a máquina
Josep Pla y Joan Fuster son autores de miles de las mejores páginas de la literatura catalana del siglo xx. Cada uno a su modo, con su prosa han dado a la literatura catalana un eje vertebrador. A pesar de ser grandes conversadores, sin su soledad voluntaria, sin cierta grafomanía y voracidad lectora, sin una fuerte voluntad de poner el estilo personal al servicio del país, la cultura catalana no sería la misma. Ambos tienen claro que escribir contra el olvido y tener conciencia de país se parecen mucho. Mientras que, para Pla, el Empordanet es «mi país», Fuster entiende la Albufera como el alma de agua del País Valenciano, y desde sus espacios íntimos miran hacia el conjunto de los Países Catalanes. El resultado son décadas de escritura, gran parte en periódicos y revistas, transformada en libros e intervenciones intelectuales que han atravesado varias generaciones de lectores y han sido referentes para todos los escritores posteriores. Sin embargo, su personalidad íntima, todavía hoy, sigue despertando la curiosidad de sus seguidores.
Maestros e ideas, ideas maestras
El estilo inconfundible de Josep Pla y Joan Fuster está construido a partir de sus lecturas y con la dedicación al periodismo. Muchas de estas lecturas son compartidas y dejaron una profunda impronta en ambos. La más importante, Michel de Montaigne, el fundador del ensayo, género que ambos cultivan. La escritura del yo, la literatura de ideas, la búsqueda de la propia originalidad y la construcción de la subjetividad en la escritura —compartieron cabeceras y editoriales— son los ejes de su estética, matizada por la dedicación al periodismo literario, descubierto a través de la lectura de Eugeni d’Ors.
Conversaciones que duran años
La complicidad literaria entre Joan Fuster y Josep Pla se despliega en todas direcciones dentro de sus múltiples intereses. La reflexión sobre la escritura, la lectura recíproca, la preocupación por el país, entre otros temas, pasan de la conversación a las cartas, de las cartas a los artículos y de los artículos, a menudo, también a los libros. Desde las primeras lecturas y el primer encuentro, entre ambos hacen de su diálogo un espacio de diálogo intelectual importantísimo para comprender el papel de su relación en la cultura catalana del siglo xx.
Posteridad de papel
El aforismo fusteriano «mi posteridad será de papel» encaja como conclusión, sobre todo si tenemos presente la importancia de la obra de ambos escritores en la literatura catalana posterior. Entrevistas, retratos y conmemoraciones convertidas en auténticos acontecimientos de país denotan su influencia. Pese a las polémicas, los detractores, los imitadores, lo que queda son los miles de páginas que nos dejaron entre manos, en periódicos y en libros, como una conversación infinita.
Pla murió en 1981, y Fuster le dedicó de inmediato una necrológica, testimonio del cariño que sentía por el amigo. Años más tarde, en 1992, la obra y el personaje de Pla se convertirían en el tema central de la última aparición pública de Fuster, en una conferencia en Bellreguard. Estos son tan solo algunos de los eslabones de la cadena de la amistad entre ambos personajes, una cadena que atravesó y unió territorios, acercándolos y vigorizando el conocimiento mutuo. Firmes defensores de la unidad cultural del dominio lingüístico de habla catalana, con sus escritos y declaraciones contribuyeron a forjar una conciencia común y a poner de relieve los elementos que la vertebraban.
Ambas exposiciones son de acceso libre y gratuito.